lunes, 25 de marzo de 2013

LA DEFINICIÓN POR LA NEGACIÓN


Llegó a mis manos un paquete de galletitas “integrales”. Como es tradicional en los envases alimenticios tiene un listado de sus ingredientes. Dice:

CONTIENE:
Harina 100% integral, azúcar 100% integral, antioxidantes naturales, aceite de girasol alto oleico, avena arrollada, aceites esenciales.

Pero lo novedoso de esta cultura sana y “Light” es que se obliga también a comenzar una lista de lo que no hay. Dice:

NO CONTIENE:
Azúcar blanca, rubia ni negra, harina blanca, aceite hidrogenado, óleo margarina, grasa bovina, conservantes, colorantes artificiales, antioxidantes sintéticos, productos de origen animal.

Me llama mucho la atención esta tendencia de pretender aclarar lo que no hay. Por un lado me generas severas sospechas de aquellos productos que no aclaran lo que no tienen. Pero básicamente me parece que se está abriendo la puerta a una tendencia inmanejable. Está claro que la lista de lo que contiene enumera los productos con los que fue hecha la galletita de marras, pero la lista de los ingredientes que no están está terriblemente incompleta.

¿Tendrá veneno para ratas? En la lista “CONTIENE” no lo nombra, así que no debe tener. Pero en la lista “NO CONTIENE” tampoco figura, de modo que puede ser que tenga.

Las galletitas asimismo no contienen Océano Atlántico, papel maché, visión nocturna o recuerdos de infancia.

El pobre fabricante, llevado por la tendencia sana del consumismo insano, se ve a obligado a hacer listas por la negativa. No hace falta ser matemático para entender que la lista “CONTIENE” es un conjunto de número reales: el de los productos que se usaron para fabricar las galletitas, mientras que el grupo “NO CONTIENE” es un conjunto infinito: Lo que no hay.

Moraleja: No tiene sentido definir por la negación.
(Y este no es el único ejemplo...)